Rolos

A más de 2500 metros sobre el nivel del mar se encuentra Bogotá, una ciudad con más de 7 millones de personas, en un dato de hace 5 años. Una ciudad un poco caótica y con mucha contaminación. Ciudad de contrastes como es la tónica en las grandes ciudades sudamericanas, con las favelas, barrios o villas, como la gran Ciudad Bolívar.

La ciudad la puedes recorrer  en las llamadas busetas que transcurren por la ciudad con un tráfico insufrible. Son buses pequeños en los que si tienes la mala suerte de no pillar asiento tendrás que ir de pie agachando la cabeza porque los techos son extremadamente bajos. Y por si fuera poco cada buseta está extra tuneada horteramente y encima ni los locos conductores ni la música a todo trapo te dejan estar un minuto tranquilo. Pero casi nadie tiene coche en las afueras así que las busetas son el pan de cada día…

También los camiones, bien viejos, están maqueados…a mí me gustaban mucho. Pero más me gusta la idea de que siguen andando…¿por qué la gente renueva sus vehículos tan a menudo?

Siguiendo con los medios de transporte y describiendo Bogotá a mi forma, he de decir que las motos están muy bien identificadas. No hay ningún motorista que no lleve un chaleco bien visible con el número de su matrícula en grande y el casco siempre puesto con el mismo número de matrícula colocado en el cogote.

Pero no se puede hablar de vehículos sin hablar de contaminación, y aquí hay mucha. El «parche o solución» se llama “Pico y placa”: lo primero por lo de las horas pico y lo de placa por lo de la tectónica de, digo por lo de las matrículas; es decir, una restricción a los vehículos para no circular por la ciudad dos días por semana según la terminación de su matrícula.

Y es que ni el centro de Londres está tan contaminado:

En realidad esta foto es de un barrio de Bogotá que es igualito a las afueras londinenses, si no fuese porque pone «A donde Tony» y por que la calle está llena de señales que indican “Pare” en vez de “Stop”…

…desde aquí hago un llamado al tan “querido” Rey de España para que importe esta señal y la lleve a nuestro «Reino».

Y ya que nombré al Rey, y siguiendo con la descripción de la ciudad, hablaré un poco de las comidas colombianas:

Tamal: una comida increíble en hojas de plátano con arroz, pollo, maíz, zanahoria…ummmm.

Ajiaco de pollo: una sopita espesa con tres tipos de papas, con pollo desmenuzado, con nata por encima, con maíz y alcaparras. Las arepas de maíz, el chocolate con leche con queso dentro, los patacones, el maíz peto, la poteca de ahuyama, el plátano asado, los sudados, la changua…o las bolsas de snacks de plátano y yuca!!!

Y qué decir del chontaduro…increíble fruto que se come con miel o con sal…no lo puedo olvidar…ni describir…

Vamos con los paisajes:
La Candelaria: el barrio alternativo de la ciudad, el más bohemio, el más pintoresco y aquel  donde siempre hay algo que hacer. Una placita llamada el Chorro donde siempre hay alguien con algo de circo, bares entre callejuelas empedradas y mucho arte, como el de unos amigos que solían tocar en  un bar:

Y más postales: el gran «Parque Simón Bolívar» y su lago o por ejemplo la Plaza de…vamos a adivinar…»Plaza de Bolívar»!!! El gran Simón ha tenido mucha influencia por este continente…y espero la siga teniendo.

Las calles están numeradas y se dividen en carreras (de norte a sur) y calles (de este  a oeste). La carrera 7, una de las más conocidas, alberga cada viernes al “Septimazo”. Cierran el tránsito y llegan los artistas callejeros; se viene realizando desde hace tres años. Números callejeros de todo tipo: música, circo, artesanía, vendedores ambulantes y feriantes con sus jueguecitos donde no tienes más opción que perder…

Y una postal típica en Bogotá: la venta de minutos en cualquier lugar de la ciudad; un pequeño empresario que tiene unos cuantos móviles con contrato en diferentes compañías y se monta un improvisado locutorio:

¿Qué más?
– Bien- responderían en Colombia, pues significa ¿qué tal?…
Qué más…el  barrio “Km 5 vía La Calera” conocido también como “La Capilla”, con unas preciosas vistas de la metrópoli. Es como el campito a las afueras de la ciudad…lugar lindo para vivir…eso sí, con los miedos que conlleva el ver carteles como este:

Hay más carteles avisadores de que hay gente mala que te intenta estafarte:

Y en este otro te dicen que está prohibida la entrada de armas en el Transmilenio (red de atobuses urbanos):

Hay mucho miedo en la calle y la oscuridad lo saca a relucir. Una noche fuimos a coger la buseta que nos llevaba de vuelta al barrio y tuvimos que pasar el famoso «umbral de la décima”: cada vez que avanzábamos una calle más, menos gente se veía. Ya en la buseta las calles se veían desoladas, vacías por completo, sin ni siquiera un auto aparcado… sólo mendigos transitándolas, y gente destrozada por las drogas…una desigualdad atroz separada por unas cuadras…

Todo esto  da pie a la entrada en política, lo que significa tener que hablar de Uribe, Álvaro Uribe Vélez…no lo digo tres veces por si se aparece como Beetlejuice. Este gran desgraciado al que tanto quieren por aquí ha “limpiado” Colombia a base de golpes, balas y paramilitares…

– ¿Cuál es la receta?
– La cultura del miedo y la inseguridad ciudadana para asustar al personal y así tener el camino libre para “librarnos del mal” como verdaderos “héroes”. Un simple ladrón y aparecen 20 policías en moto para liarse a palos…la gente se agolpa y grita:
– Cerdos!!!-
Y de repente empiezan a sonar disparos y todo el mundo corre, nos echamos al suelo…eran, creo yo, las motos que petardeaban al soltar el gas, pero todo el mundo se asustó.

Dio la casualidad de que se celebraban elecciones generales, donde se tenía la esperanza de que no saliese el sucesor de Uribe, un tal Santos, quién valga la redundancia no es ningún Santo. Él fue el Ministro de Defensa durante el gobierno de Uribe, donde se mató a mucha gente a la que hacían pasar por guerrilleros de las FARC, que como eran los malos… Colocaban un trajecito de la guerrilla a cualquiera que querían hacer desaparecer y listo, fuera del mapa…fue el llamado escándalo de los falsos positivos.

Pero había esperanzas puestas en un tipo que parecía que podría cambiar un poco esta situación:
– ¿Estás con Mockus?- me preguntaron por la calle.
– ¿Cómo? – contesté yo como pensando que me preguntaban si estaba resfriado.
– Sí, como tienes la camisa verde…- el verde era el color de Antanas Mockus, la oposición al gobierno.

Llegaron las elecciones en un día de lluvia que no impidió que fuésemos a votar; las mujeres lo hacían en un pabellón y los hombres en otro. Pero parece ser que no tenemos memoria o que el sistema nos la esconde por un tiempo para que todo siga funcionando según lo acordado…Salió elegido por amplia mayoría el “Santito”…

Y luego te encuentras las Iglesias llenas de gente pidiéndole ayuda a Dios. Y te llama la atención que el cura lleve en sus manos una de esas máquinas para cobrar tarjetas de crédito…sí, ya se puede donar a la Iglesia con tarjeta!!!! Aleluya!!!! Por fin!!!!  Por Dios!!!!

Y encima todos hablando del mundial de fútbol…yo ya estaba hasta la po…

“Polla” es lotería en varios lugares de Sudamérica.

En fin, que las cosas no parecían estar muy bien por aquí, y yo mientras tanto haciendo magia en varios restaurantes pijos, cuicos (así se dice en Chile), chetos (así en Argentina), gomelos (en Colombia), sifrinos (en Venezuela)….lugares en los que nunca hubiera querido entrar de nos ser por aquello que me incita a continuar, aparte del dinero que necesito para seguir el viaje, y esto es el saber que con la magia puedo «engatusar» a gente que probablemente nunca me hubiera escuchado; y en ese momento mágico les puedo soltar unos pensamientos y la dirección de una página web, ésta.

Con lo que escribo no intento cambiar a nadie, pero me las ingenio para que la gente le eche un vistazo a la web donde, como se ve, cuento lo que hago y digo lo que quiero. No quiero que lo vean como un blog de cuánto viaja un chico español, sino como una web alternativa donde además coloco unos links (en el menú de la derecha de la web) que muestran algunas informaciones que me gustaría que mirasen.

Por eso trabajar en la calle con el circo también me apasiona. Se llega a todo tipo de gente que pasa casualmente por un espacio público. La calle es de todos, el que quiere mira y el que no se larga. Si les gusta y se replantean algo, perfecto, hasta lo pueden recomendar a otras personas, y si no mejor que se callen porque no está bien ir hablando mal de la gente a sus espaldas, jajaja.

Y así fueron los 2 meses que pasé en Bogotá, en el barrio de Soacha, que en realidad es un pueblo anexionado al centro donde se ve al colombiano de a pie y la vida que lleva.

Yo era el único extranjero en el barrio y por tanto el objeto de las miradas de todo el mundo que me cruzaba. Un día, alejándome un poquito del centro, me encuentro con un militar que me mira…y no para de mirar…y yo continuo caminando…y el continua mirando…y:
– clac clac!! –  suena el seguro de su metralleta, vamos, que se prepara para estar bien alerta por si las moscas. Y claro, yo me asusté.
– ¿Disculpe caballero, hay algún problema? Me asusta que le quite el seguro a su metralleta – le digo desde lejos.
– Quién eres, de dónde eres, dónde vives, qué haces aquí, muéstrame tu pasaporte-  me avasalló el jodío.
En seguida le convencí de que no era sospechoso y mucho menos de las FARC. Acabamos hablando media hora sobre la vida, el ejército, la guerrilla y los paramilitares…un tipo de 19 años que no va maltratando a los “viciosos” (como dice él)  ni a los “ñeros” (malotes) como hacen sus compañeros. Y me contaba que le encantaba el ejército porque siempre podría decir que en el tiempo en el que estuvo allí aprendió a agachar la cabeza, a soportar a jefes infames y a luchar por su patria y así hacer algo por su país eliminando a la escoria…así na más…

Este es un barrio a veces peligroso donde determinadas casas están dotadas con una alarma que hacen sonar cada vez que algo extraño pasa alrededor. La idea es persuadir al supuesto delincuente.

Pero yo no sentí peligro alguno, era uno más en un barrio donde el timbre de las casas es una piedrecita que golpea la ventana, donde las casas sacan unas mesitas y te venden comida casera, donde todo el mundo me llama Valderrama (el fútbol me persigue), donde los niños juegan por las calles y donde pasa el vendedor de plátanos cada mañana:

Así que más o menos así fue esta corta época que pasé en Bogotá, rodeado de rolos, gentilicio de Bogotá, y arropado por la alegre familia Balaguer a la que mando un abrazo enorme enorme enorme.

3 Respuestas a “Rolos

  1. ¿Y si ya dejaste Bogotá, dónde andan tus piesitos ahora?

    El viernes estuve con Emilio y Esther, y me estuvo racontando tus aventuras amazónicas. Cuánto te admiro, Danito! Te mando abrazos fuertes, aunque fuerza veo que no falta.. 😉

  2. genial escucharte de fondo en los videos…
    ganas de verte ya… eh?
    mil bess … de la envidiosilla de villa…

  3. Andreina Molina

    Super FUUULLL. Pero igual saco 1 ratito para leer y ver tu diario. Gran Individuo… Cuando vienes??? Un beso Gigante y Un fuerte abrazo.

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